domingo, 17 de enero de 2010

HACE CALOR!



Claro, pe, causa. Cómo no, inteligente director, si todo está encendido, prendido, en on. Prendido el radio, la cocina, el ventilador, aire acondicionado, la compu, la tele, el cargador del celular, de la cámara fotográfica.



Cómo no va hacer calor, si hay miles, millones de vehículos rodando por las ciudades y las carreteras. Aquí nomás, en Huancayo, carros viejos, combis, colectivos que ya deben estar en el cementerio de las chatarras.


Hace calor. Ya no es como antes. La temperatura ha subido. Es como si tuviéramos clima tropical que invita a vestirse con ropa ligera, tomar todo helado; ya no se puede dormir con pijama.


El calor es también humano, cuando se está excitado, hay rubor en el rostro, el odio encendido en los ojos, la cólera enrojecida en las orejas, la rabia contenida entre dientes mordidos. Hay calor si existe AMOR.


Eso de que el cambio climático está por venir es un cuento, ya está aquí, lo vivimos, no llueve, la mayor parte de los campesinos no siembran por el temor de la sequía, para qué, si se va a perder. Los cauces de los ríos han disminuido, pronto se podrá cruzar a pie el contaminado Mantaro; algunos riachuelos han desaparecido, sólo desagües circulan por los lechos marchitos.






El Huaytapallana muestra ya una parte del cerro pelado, pronto no habrá hielo, no hay agua, la gente se queja por las emisoras que no tiene el “líquido elemento”, culpan a las autoridades, cuando el problema será peor y no habrá ni siquiera para tomar un vaso.


Ahora se habla de ecoeficiencia, más bien sería de ecoineficiencia, por todo lo que hicimos y por lo que, algunos despistados, con el atrevimiento de su ignorancia, tildan de “sandia” a quienes defienden el medio ambiente, sin saber que aquí hubo voces desde 1934 cuando el obispo de entonces, monseñor Berroa decía que las chimeneas de la Oroya arrojaban veneno y en el inicio de este milenio, monseñor José Ríos Reynoso, llamaba a declarar en emergencia la Tierra porque estaba enferma por la contaminación, y ahora, monseñor Pedro Barreto Jimeno insiste en salvar el planeta. Aún estamos a tiempo. Por lo pronto, apaguemos todo lo que produce calor, menos el CORAZÓN, por amor a la naturaleza, y dejemos de consumir lo que se produce a costa de afectar el medio ambiente. De lo contrario, ni siquiera quedará el último ecoineficiente para apagar la luz.


Hace calor, hoy es sábado chico…


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